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11.10.12

Severo: “Los DDHH no te van a sacar del pozo”

Alfonso Severo, ex ferroviario, había permanecido veinticuatro horas secuestrado, según su relato, por un grupo que lo interceptó mientras se dirigía a la casa de su nieto en la misma localidad en la que él reside. Durante esas horas, la sociedad se mantuvo en vilo. Se pensó que podría ser un nuevo caso Julio López, en referencia al testigo platense que iba a declarar en el juicio contra el represor Miguel Etchecolatz, pero que nunca llegó y que aún hoy permanece desaparecido. Este cronista recibió a las cuatro de la mañana una llamada de Gastón, hijo de Alfonso Severo, en la que contaba que no tenían rastros de su padre desde la noche anterior. Se informó la situación a Cristina Caamaño, subsecretaria de Seguridad. A las siete se dio a conocer públicamente la noticia. Hubo marchas en todo el país reclamando la aparición con vida de inmediato del testigo. El hashtag #ApariciónConVidaYaDeAlfonsoSevero ganó las redes sociales y el reclamo se convirtió en una consigna nacional. Severo apareció. Eran las diez y media de la noche del jueves. Estaba descalzo y maniatado por detrás de su espalda. Un trabajador del barrio Popular que vive en Gerli lo ayudó al verlo caminar tambaleándose y en estado de shock. Así contó Severo contó su experiencia de cautiverio. -¿Cómo sucedieron los hechos? –Le había prometido a mi nieto ir a verlo, porque lo habían operado, y aunque había trabajado durante más de veintiséis horas, cuando llegué a mi casa llamé a mi nuera y me fui a lo del pibe. Salí en el auto. En un momento iba a pasar una loma de burro y de repente vi unas luces y del otro lado, una moto. Era un flaco encima de mí que me dijo: “Perdiste, girá acá”, apuntándome. Di la vuelta, estacioné el auto, abrí la puerta como para decirle: “Tomá, llevate el auto”, pero entonces me manoteó la camisa y me sacó para afuera. Me sacó así, me pegó una piña y aparecieron otros tres que me subieron a una camioneta, de la que solo vi la parte de abajo. - ¿Cuántos eran? - En la camioneta eran tres. Y ahí empezó con todo el despelote, con todo el quilombo. Me decían barbaridad de cosas. “Cagón, sabés que no tenés que hablar, vigilante, tenés familia, tenés hijos”. Nunca me golpearon, salvo esa primera vez. “Sabés que somos profesionales de esto, así que vos no tenés que hablar más. No vas a volver nunca más al ferrocarril, no rompas las pelotas más con eso”. Y me dijeron: “mirá que a vos no te salva ni la conchuda”. La conchuda era la presidenta. “Los derechos humanos no te van a sacar del pozo”. Todo dentro de la camioneta. De repente pararon y quedó estacionada con un tipo que me cuidaba. Me pusieron los precintos, porque antes tenía un especie de corbata. Tenía una alfombra sobre la cabeza y la pisaban cuando yo tosía. Me dieron un caramelo y me putearon porque tosía. Les molestaba que hiciera ruido. Sentía un gallo, una gallina, un zorzal que cantaba, unos trenes que iban y venían. Pasaron varias horas así. También me dormí porque venía veintiséis horas de no dormir. Así transcurrió todo hasta que en un momento uno le dijo al otro: “Decretaron alerta nacional, avisale al ‘Gordo’. ¿Qué hacemos?”. Yo no entendía nada. A los diez minutos pusieron marcha atrás y salieron. Tenían un handy para hablar. Uno dijo: “Escuchame: nos encontramos en el punto G, deshacete del gil”. Ahí yo me meé encima porque pensé que ya… Y dijo: “Sacate el mocho de encima”. No sé qué es el mocho. De repente frenó la camioneta y me dijeron: “Dale, levantate”. “No me puedo levantar”, les dije. Entonces me ayudaron a levantarme, me bajaron y dijeron: “Cuando salís caminá y mirá para delante”. Yo no veía nada, era una nebulosa, sentía pinches en los ojos. Hasta que de repente empecé a caminar y me encontré con gente. Me tenían miedo. Una parejita se alejó. Seguí atrás de un camión para ver si me podían levantar, pero nada. Así hice un montón de cuadras hasta que vino uno y le dije: “Ayudame por favor”. El tipo se tiró para atrás, yo le quise explicar y justo apareció la luz y me dijo: “Vos sos el testigo”. Al rato salió otra mujer: “Ese es Alfonso”. El me llevó a la puerta de la casa y ahí me empezó a cortar los precintos, me dieron agua. - Ese hombre dijo que usted tenía miedo de entrar a la casa. - Claro, me quería meter a la casa y le dije: “No, acá afuera”. No quería estar más encerrado, quería ver algo, afuera. -Algunos dicen que fue un autosecuestro. -Que piensen lo que quieran, qué querés que te diga. Siempre fuimos los culpables nosotros. Fijate que Ferrobaires banca las barras bravas con sueldos de 30 mil, 15 mil pesos. En esa empresa no trabaja nadie. (El interventor designado por Daniel Scioli) Antonio Maltana para conservar su negocio sigue haciendo eso. -La empresa sacó un comunicado diciendo que usted tiene 7 causas abiertas. ¿Qué tiene para decir sobre esto? -Que tengo una sola causa que inventa Ferrobaires. Del mismo modo le inventó causas a Ricardo Guardo y contra 25 personas más. Maltana no puede explicar lo inexplicable. -¿Pero usted tiene esas causas? -Sí, pero cerradas. -¿Fue declarado culpable? -Fui declarado inocente. En una sola estoy cumpliendo una probation porque dijeron que 2 tipos contra 60 eran un problema interno, cuando en realidad fue un ataque que nos hicieron. Eso lo voy a declarar en el juicio de Mariano, porque además había una zona liberada. Nos sacaron a los tiros de Constitución y nos hicieron causas a nosotros en lugar de a los patoteros. Fui golpeado y me internaron en el hospital Argerich y hasta ahí todo bien, era un damnificado. Luego era una persona involucrada. Cuando llegué a Constitución me metieron preso, diciendo que era un problema entre bandas. Pero no me importa lo que digan. Yo lo voy a demostrar en la justicia porque siempre estuve a derecho. Maltana no sé si va a poder demostrar todo lo que dice. -¿Qué es lo que va declarar? -Lo que sé. Todavía no lo voy a decir y no sé cuándo voy a declarar. Voy a declarar todos los vínculos. Lo único que me interesa es dejar en claro que no soy ningún cagón, que no soy ningún delincuente. Que no se equivoque Maltana. Yo no tengo negocios espurios con nadie, como él si los tiene cuando tiene un solo tren corriendo a Mar del Plata y casi cuatro mil trabajadores para un solo tren. Siguen metiendo gente con un presupuesto inmenso. -¿Hay barrabravas en Ferrobaires? -Totalmente. Y están cobrando sueldos. -¿Por qué no lo mataron? -No sé por qué no me mataron. -¿Tal vez dieron marcha atrás debido a la alerta federal? -Bueno, ahí fue una alerta nacional, pero no sé de qué. Ellos le dijeron que se había dictado la alerta nacional pero a otro, a otro que los gobernaba. Yo no escuchaba quién respondía a esto, sino que escuchaba al que hablaba. -¿Por qué dice que fue un mensaje para la Presidenta? -Por lo que decían, le decían “conchuda” y decían: “ni los derechos humanos te van a sacar del pozo”. -¿No cree que los testigos pueden tener miedo después de lo que le pasó? -Eso está ahí. -¿Por qué quiere declarar? -Porque tengo un pibe de la misma edad de Mariano Ferreyra. No pueden quitarle la vida a nadie. -¿Usted era un aliado de Pedraza que se alejó en el último tiempo? -No, no. En el año 84 llegué a la Unión Ferroviaria de la mano de un gran secretario general de la Unión Ferroviaria que fue Ricardo Zárate. Éramos pibes jóvenes que estábamos siempre con él. Él apostaba siempre a mí. Ricardo Zárate tuvo la mala suerte de contraer una enfermedad y falleció. Lo enterraron y a la tarde me llegó un telegrama de despido de la Unión Ferroviaria y lo dejé ahí, y ya no seguí en la Unión Ferroviaria. No milité en la Unión Ferroviaria a pesar de ser más verde (N. de R.: por la lista Verde) que ninguno de estos. Pero el sindicato era ya otra cosa. -Trascendió que usted era parte de los negocios sucios de Ferrobaires hasta que se fue y entonces se dio vuelta. -No. Que conozco lo malo y lo bueno es verdad. Pero no tuve ningún negocio sucio en Ferrobaires. Te puedo dar nombre y apellido de los negocios que había y que hoy sigue habiendo. Después lo voy a decir. Ellos tienen muchas cosas para decir. -¿Hay mafias en Constitución? -Sigue habiendo mafias. Armas hubo, no sé si sigue habiendo. Había un polígono de tiro adonde estaba mi cara como blanco. Eso se podría comprobar sacando sólo el mal revoque que le hicieron para comprobar que ahí están los tiros. -¿Quién es el “Gordo Rubén”? -Era un chofer de Ricardo Guardo, pero como le hacía buenos asados a Trezza, llegó a ser gerente comercial. Hoy en día Saldaña, con todas las barras bravas que tiene, hace negocios como gente a la que la hacían cambiar dólares para ellos. Y otros negocios sucios. Siguen habiendo barrabravas, hay motochorros manejados por Saldaña. La Unión Ferroviaria lo sabe. -¿Va a declarar en la Justicia? -Hoy más que nunca lo voy a hacer. -¿No tiene miedo? -No me interesa el miedo. Mi familia sabe que si pasa algo el día de mañana, van a traer el cuerpo de un hombre, no de un payaso.DIEGO ROJAS